ALDABA CON CABEZA DE LEÓN
En el número 4 de la calle Real, encontramos uno de esos pequeños elementos de nuestro patrimonio, que pasan desapercibidos y que son la sutil pervivencia de un mundo y unas costumbres perdidas en el pasado lejano y, a veces, no tan lejano. Me refiero a una pequeña aldaba de bronce, prácticamente cubierta por capas de pintura que nos permiten atisbar un rostro felino de gran belleza.
La pieza, forjada de forma artesanal, está decorada mediante cincel.
Estos llamadores se remontan al mundo clásico, como símbolo de respeto hacia la privacidad del hogar ajeno. Como herederos de los dioses lares, estos talismanes protegen las casas y ahuyentan a los espíritus malignos.
Un magnífico ejemplo de llamadores, con clara simbología protectora, lo tenemos en la iglesia parroquial de la Trinidad.
Por su parte, la figura del león, rey de los animales, tiene gran tradición en nuestra cultura. Por ejemplo, es el emblema del reino de León, y la figura del león suele acompañar a las efigies de los reyes de España. En el Parlamento de los Diputados de Madrid aparecen como guardianes de la democracia. Podemos señalar también representaciones de este animal en culturas más alejadas en el tiempo, como la escultura ibera con ejemplos como la conocida como leona de Baena (conservada en el MAN).
No cabe duda de las características que se atribuyen a este animal, como la valentía, la fiereza, la bravura o el poder, y con las que buscan identificarse los dueños de la vivienda, por lo que no es una elección casual.
Su origen habría que buscarlo en el arte andalusí, donde algunos motivos decorativos son copiados por los cristianos (ORDOÑEZ, Ma. V. (1973): “Representación del león en el arte hispanomusulmán”. Actas del XXIII Congreso Internacional de Historia del Arte. España entre el Mediterráneo y el Atlántico, Granada, 170-177), quienes les aportan nuevas lecturas iconográficas. Basta recordar la célebre fuente de los Leones, en la Alhambra, con cuyas cabezas de mármol guarda cierta semejanza nuestra aldaba y sobre cuyo significado se han vertido arroyos de tinta. Estos leones, que proceden a su vez del arte persa, tienen un carácter intimidatorio, al mismo tiempo que protector y símbolo del poder, como señala Ibn Zamrak en su poema, tallado en la taza de la propia fuente: "Quien contempla los leones en actitud amenazante, (sabe que) sólo el respeto (al Emir) contiene su enojo."
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